Todos tenemos taras.  Así las neguemos o no las queramos reconocer, las tenemos.  No tengo mucha idea de en qué momento de mi vida me cerré a lo cursi, creo que en mi subconsciente lo relacionaba con ser frágil y débil … no sé, simplemente una teoría.  Por nada en el mundo me iba a permitir ser débil, supongo.  Asumí un papel de dureza y fortaleza en el momento en que mis papás se separan, y creo que de ahí nace el tema. Insisto, no sé bien de donde viene, y la verdad, no me interesa rebanarme el cerebro tratando de encontrar en dónde está el eslabón perdido.

En mi coraza de dureza, el rosa fue bloqueado. Tontamente todo lo rosa me representaba la vulnerabilidad femenina y yo no quería esa etiqueta.  La fragilidad, me sabía a todo menos a algo agradable de tragar, pero como dicen en mi tierra … al que no quiere caldo se le dan dos tazas … me llegó Sofi a la vida despertándome todo el instinto rosa y cursi que se puedan imaginar.  Trato de no perder la cordura y excederme en lo Kitch, pero ese pedazo de mi vida se sanó gracias a ella.

Mi lado cursi se sanó de a pocos, pero mi aversión a la vulnerabilidad no.  Trabajé muy duro muchos años, en quitar todas las capas de velos que le había puesto a la raíz del problema, trabajar en uno mismo no es tan sencillo, encontrar esos agujeros negros y aprender a vivir con ellos es una tarea que en muchas ocasiones duele.  Mi miedo a ser vulnerable, frágil, trajo sus consecuencias, el vestirse de mujer maravilla termina arrasando con casi todo por dentro.  Uno se aburre de ser siempre fuerte, cuerda, seria y coherente.  Me muevo entre hombres, no me molesta para nada, me siento hasta más cómoda, pero me cansé de no permitirme ratitos de inconsistencia, de incoherencia y de cursilería mundana. Reconozco que me gusta que me protejan, que me cuiden y que me consientan y eso no me hace blanco de estupidez, ni menos capaz.�

Sé que las mujeres que me leen se van a sentir en su gran mayoría identificadas con mis letras, por eso las escribo, porque en realidad ya es tiempo de dejar de jugar un juego de fortaleza disfrazado de feminismo y “todopoderismo” que no nos queda bien.  Estamos en una época en qué sí o sí tenemos que ser fuertes, trabajar duro.  Pero es 100% mejor ir sin pausa pero sin prisa, que como locas dementes pensando que nos las sabemos todas y que todo lo podemos.� Durante mucho tiempo escondí en mi aversión al rosa, mi miedo profundo a que me vieran débil y que mi vulnerabilidad fuera blanco de ataques frontales de egos de otros, hasta que el cansancio de la dualidad lo llama a uno a la cordura.

Amémonos vulnerables … es una delicia ser mujer!.�

#goforitnow

Foto: Cuadro pintado por Sofía Angel – Acrílico y Plástico – Pink & White