Haz un ejercicio muy sencillo, recuéstate en el pasto/grama y mira al cielo. Deja tus ojos abiertos un par de minutos, observa las nubes, los colores, sonríe … Ahora, cierra tus ojos, respira, y deja que la mente se vaya a cualquier lugar.

Mientras tu mente viaja, intenta sentir tu cuerpo, respira, escucha el ambiente, y sigue respirando. Da las gracias, no tomes la vida por dada, tus días no son tuyos si no te haces dueño de ellos. Tus horas no son tuyas si no eres consciente de lo importante que es vivir lo que realmente estás viviendo. Respira profundo, abre tus ojos, estírate, sonríe. Siente la vida!

Este es un ejercicio bastante sencillo y al mismo tiempo profundo. Estar en contacto con la naturaleza es algo hermoso, pero más hermoso aún, es que no nos volvamos maestros del auto-sabotaje y encontremos mil razones para no tomarnos el rato de disfrutar de nosotros mismos unos minutos.

La vida se mueve rápido, todos tenemos miles de responsabilidades, vivir en el momento presente se vuelve una tarea titánica, ser compasivos y comprensivos con nosotros mismos es algo que en muchas ocasiones no nos permitimos. O estamos en el pasado, o estamos inundados de pensamientos y cuestionamientos sobre el futuro, y los pocos minutos en que estamos de verdad en el presente, nos dejamos distraer por el primer pensamiento acelerado que se nos viene a la cabeza. Si hacemos las cosas bien cada minuto, estamos necesariamente sembrando en que el minuto que sigue estará inundado de nuestra presencia.

Los ojos apuntan al frente, y el horizonte es ese lugar que no es imposible de alcanzar. No te distraigas del camino, no te distraigas de ti. ¿Dónde estás?

Go For It … NOW