“En las noches se alborotan los fantasmas” -dice mi papá, haciendo referencia a las horas de silencio que trae la noche, y lo pesadas que son de llevar cuando andamos con momentos de ansiedad, insomnio y/o depresión.
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Recuerdo, hoy en día con menos horror y más agradecimiento, las noches de mis años oscuros, muchos momentos en donde sentía el caballo de la ansiedad galopar fuerte. Recuerdo cada una de las aceleradas del corazón, y el momento perfecto en que todo mi ser entraba en corto circuito. Las noches eran largas y duras, la oscuridad dificil de llevar … las horas eran interminables.
Enfrentar los fantasmas no es facil. Hacerle el quite a nuestro propio cerebro es algo que no siempre se logra y que enmarca una gran valentía. Cuando se salta del pasado al futuro sin parar en el presente, todos los fantasmas se hacen más grandes. Se pasa del miedo a la ansiedad y viceversa, en minutos. No hay tranquilidad, no hay paz, no hay ecuanimidad.
Si no se vive el hoy, no se está viviendo, se está sobreviviendo. Pensar … y pensar … y pensar … es una enfermedad.
Reconocer la enfermedad es el primer paso a sanar. Cuando te reconoces con tus fortalezas y debilidades, cuando te desenmascaras comienzas el camino de reconexión contigo mismo. Ekhart Tolle en El Poder del Ahora dice: “El mayor obstáculo para experimentar la realidad de tu conexión es la identificación con la mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Ser incapaz de dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal. Este ruido mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior que es inseparabale del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza una sombra de miedo y sufrimiento” … sepárate de ese ser que sólo piensa y piensa. Sepárate de esa infinita necesidad de controlar, de tener la razón, de ser coherente, y de ir y estar acorde con lo que el “status quo” dictamina.
Enfréntate, conoce tus fantasmas y en lugar de huirles, abrázalos. Sedúcelos … cuando caen en tus manos, el poder lo tienes tú.
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