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¿Ya diste las gracias?

¿Ya diste las gracias?

¿Ya diste las gracias?

Les comparto tres eventos diferentes para hacer una pequeña, GRAN reflexión …

Evento 1:

Estábamos en camino a ordenar una pizza con mi marido, veníamos de hacer un par de vueltas de casa y no habíamos decidido que comer, pensamos en la opción de ir al local, ordenarla, esperarla y comer en casa.  Sin embargo, cuando llegamos al lugar, un restaurante pequeño atendido por sus dueños donde solíamos ir varias veces al mes, vimos que estaba totalmente desocupado adentro, quiero aclarar que vivo en el Sur de la Florida, donde ya los locales están abiertos al 50% de su capacidad, al ver que no había nadie a los dos nos saltó el corazón y decidimos sentarnos y comer nuestra pizza en el local.  La verdad fue un momento super agradable, nos tomaron la temperatura, nos atendieron sin ningún tipo de contratiempo. Al final, el mesero, hablando en español nos dijo: “Mil gracias, de verdad mil gracias por haber entrado, ustedes son los únicos clientes que he tenido en mi turno de hoy”.

Evento 2:

Se dañó mi celular, simplemente murió, quedó en negro totalmente y nunca más volvió a prender. Fui a la tienda más cercana del operador con quien tenemos las líneas, entré al lugar, estaba sólo una persona atendiendo y yo.  A la hora de pagar y salir del lugar la persona que me atendió me dijo está vez en inglés: “Mil gracias por venir. Llevo tres horas acá en mi turno y la verdad es la primera persona que entra, soy una bendecida por tener trabajo, pero estoy aburrida y algo preocupada. No creo que esto cambie antes de un año y la verdad necesito mi trabajo para pagar mis estudios y por otro lado, no puedo dejar de sentirme triste de vernos a todos con “esto” en la boca. Sé por sus ojos y por el tono de la voz cómo está usted, pero créame hay muchos clientes que vienen y son tan inexpresivos. Así que de nuevo mil gracias por venir”.

Evento 3:

Tengo Home Office desde el momento en que me retiré del mundo corporativo en el 2005, así que hay muchas cosas que para mí hoy en día siguen siendo normales. Sin embargo, solía ir a un Starbucks cercano a tomarme un café y conectarme a trabajar para ver gente y por lo menos tener un ambiente diferente.  Eso desde marzo no puedo hacerlo.  El Starbucks al que iba está aún abierto, pero sólo para recoger, ya no hay mesas para sentarse, no hay sillas afuera tampoco.  Ordené lo que me gusta en línea y fui a recogerlo, entré al lugar y fue mágico el sentir el “Hi Ana” pero al mismo tiempo la nostalgia me invadió.  De una u otra manera sin ser amigos, extraño a todos los que en ese local me atendían en mi semana.

No dejes de dar las gracias, no dejes de decirle a la gente en presente aquello que hace por ti y que, sin lugar a duda, hace que tu vida hoy sea más llevadera.  No creo que haya necesidad de muchas más palabras que acompañen este escrito, más que una inmensa gratitud hacia ti que me lees.

Hoy antes de cerrar los ojos, da las gracias por lo grande y lo pequeño, por lo bonito y lo no tan bonito. Por la vida, por la gente, por lo que tienes y lo que has dejado de tener.

Go For It Now,

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